Por lo que concierne a la época de la revelación,
él pertenece al mundo antiguo; por lo que concierne el espíritu
de la revelación, él pertenece al mundo moderno... En
el islam, la profecía alcanza su perfección descubriendo
la necesidad de su abolición. Eso implica la comprensión
en cuanto la vida no se puede parar; para alcanzar una conciencia
plena de sí mismo el hombre debe hacerle frente solamente con
sus propios recursos.
Entre los que profesan una interpretación rigurosa y fundamentalista
revelamos la incapacidad de percibir la novedad radical del mensaje profético,
y de adecuar las aportaciones de ésta al mundo moderno, con la
ayuda de las fuentes de la sabiduría actual, más conforme
y más adaptada a su nueva orientación. Mahoma –como
los demás profetas- se adelantó a su tiempo. Sus seguidores,
y después de ellos los que siguieron su religión, no estaban
preparados para dar el salto cualitativo que él les proponía,
porque era un salto en lo desconocido que les alejaba de las referencias
de su pasado:
Ellos sentían el presentimiento del peligro, probablemente
también el aspecto trágico de una existencia tendente
al futuro y fundada sobre las conquistas de la razón. Habían,
así, preferido conformarse con lo que era para ellos más
familiar y gozar de una autoridad reconocida. Era probablemente la
solución más segura.
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