Di a las creyentes que bajen sus ojos, oculten sus partes y no
muestren sus adornos más que en lo que se ve. ¡Cubran
su seno con el velo!
El Corán, Azora XXIV: la luz.
El esquema social beduino se caracterizaba por la relegación de
las mujeres al ámbito del espacio privado, constituyendo la familia
el primer velo que protegía a la mujer del exterior . Pero la islamización
trastocó esta costumbre de carácter rural, ya que la urbanización
implicó un primer nivel de aculturación, y entonces aparece
el velo femenino que se pone la mujer cuando sale de casa, como respuesta
para frenar las inquietudes sociales ante una trasgresión de este
cariz (salir del lugar que le corresponde). Así, la mujer se transforma
en algo sagrado, dentro del espacio sagrado que es el hogar, haram, un
ser anónimo socialmente hablando, en el que su enclaustramiento
y ocultación toman tintes sacros: es un objeto inviolable y el
santuario es el habitáculo familiar, mientras la casa se convierte
en el velo de la intimidad masculina impuesta.
Los medios de comunicación suelen presentarnos la mujer islámica
de forma unívoca, marcada por la sumisión, un retrato femenino
opaco, escondido bajo la burka , la abaya , el hiyab y el shador . Figuras
que nos recuerdan la vida de tantas abuelas y mujeres de nuestras casas
que aún hoy se hallan totalmente dedicadas a hacer vivir a los
demás, sin un espacio interior propio, sin vida individual y sin
pasado, encerradas en el círculo de la biología y las necesidades
primarias. Personas prisioneras en su propia cárcel, el hogar,
la familia, sin puerta de salida, sin poder desprenderse de los lazos
que las atan por dentro. |