[Abstract] Islam y violencia de género. Teorías y realidades
  Mª Jesús Almagro Lorca Torna al menú Document DOC Document PDF Document TXT Envia a un amic  
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La violencia de género es un grave problema social que tiene lugar a escala mundial. Sus causas debemos “buscarlas en modelos de sociedad que posiciona a la mujer en una situación de inferioridad y sumisión al hombre, y autoriza al varón para que aplique los mecanismos necesarios que le permita mantener esa situación de superioridad y de violencia, cuyo origen y final es la agresión, el maltrato y el acoso a las mujeres motivada por esa carga social asignada al género femenino”.

Este problema, como podemos ver cada día por los medios de comunicación, no se limita a determinados ambientes socioculturales, económicos o educativos, sino que se produce igualmente en todos los niveles y contextos sociales, y afecta a todos los ámbitos de nuestra sociedad.

En la teoría sabemos que existen normas internacionales que insisten en la necesidad de eliminar esa discriminación femenina consecuencia de la dominación masculina: la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de 1979, donde se reconoce la necesidad de cambiar las actitudes mediante una educación que elimine prejuicios y estereotipos, y lleve a una igualdad de derechos; la Plataforma de Acción de la Cumbre de Pekín de 1995, donde se determinó que la respuesta a la violencia debía ser global; la Resolución de la Comisión de Derechos Humanos de 1997 de Naciones Unidas en la que se condenan todos los actos de violencia sexista contra la mujer y pone de manifiesto el deber de los gobiernos de actuar con diligencia para prevenir, investigar y castigar los actos de violencia contra la mujer; la campaña contra la violencia de género “tolerancia cero” realizada por el Parlamento Europeo en 1999, en la que se considera que aquellos Estados miembros que no apliquen una política adecuada que prevenga y persiga la violencia contra las mujeres, están incumpliendo sus obligaciones internacionales con arreglo a la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Sin embargo y a pesar de todo esto, la realidad es otra muy distinta y el índice de muertes de mujeres a manos de sus maridos es aterrador, los mejores empleos, social y económicamente, siguen siendo para los hombres, el porcentaje de mujeres desempleadas es muy superior al de varones, el número de mujeres que sufren agresiones sexuales, acoso en el trabajo, etc está creciendo de forma alarmante...

En el mundo musulmán la condición de la mujer y su lucha por la afirmación de los propios derechos encuentra su elemento común en el enemigo a afrontar: la tradición, que poco o nada tiene que ver con la religión. “La condición de la mujer musulmana está dictada no tanto por la religión, sino por la estructura política del país al que pertenece, más o menos influenciada por la religión”

A pesar de que la religión es una de las principales causas a las que se atribuye la discriminación de la mujer en las sociedades musulmanas, hay que tener en cuenta que posiblemente no sea la religión en sí la causa de esta discriminación, sino la mala interpretación del Corán.

La situación que padecen las mujeres musulmanas no ha sido dictada por el Corán. Son, por lo general, costumbres anteriores a la implantación del Islam y, sobre todo, la “tergiversación de la interpretación de los textos sagrados para justificar intereses parciales” por parte de los ulemas. Estas interpretaciones se realizaron en el marco de una sociedad en la que los hombres eran los principales sustentadores económicos de las familias, de manera que se extendieron con el paso del tiempo a otros países y no han sido revisadas.

En algunos países, una reinterpretación del Corán ha tenido como resultado la eliminación de leyes discriminatorias para las mujeres, como es el caso de Túnez donde una reinterpretación del Corán ha dado como resultado la incorporación de la mujer a la vida pública y la abolición de la poligamia.

Al igual que en occidente, en el mundo islámico, también existen toda una serie de declaraciones constitucionales y tratados internacionales que expresan el derecho de igualdad de oportunidades y la prohibición de toda forma de violencia de género.

La Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas declara sobre el maltrato de la mujer, que tanto el Corán como la Sunna condenan expresamente la violencia de género. La postura de la Federación siempre ha sido la de rechazar cualquier versión de maltratos. También las Asociaciones de mujeres musulmanas reunidas el 2002, realizan un comunicado contra la violencia de género y declaran en este comunicado, que es propio “dentro de la doctrina del Islam la defensa de los principios de igualdad y de dignidad del ser humano, sin que éstos puedan ser menoscabados por razón del sexo de uno de los sujetos”.

A nivel práctico la cosa cambia dramáticamente igual que ocurre en occidente. Además de la situación de desigualdad que padecen las mujeres, hay que añadir la interpretación misógina del Corán que realizan algunos ulemas, las costumbres patriarcales y machistas que han llevado a la mujer musulmana en una situación límite. Hablamos del “analfabetismo en Afganistán (90%), infibulaciones en África (83%), la consideración de las mujeres como seres inferiores en Argelia,..”. situaciones que, debido a la falta de educación, es asumida en silencio por las mujeres.

La mujer en cualquier campo de la vida, desde la política hasta otras profesiones, encuentra muchos obstáculos y dificultades que no hallan los hombres.

Muchos movimientos de base y organizaciones de mujeres trabajan para erradicar el maltrato mediante la educación, tanto a hombres como a mujeres, mostrando lo que el Corán enseña acerca de las relaciones de pareja. En muchos de sus versos se puede leer que los hombres y las mujeres deben ser amables y apoyarse mutuamente. Se enfatiza el amor y la justicia en las relaciones familiares, al mismo tiempo que se prohíbe la crueldad, el Corán alude a las relaciones entre los cónyuges y se describe a los hombres y a las mujeres como amigos y protectores mutuos, poniendo hincapié en colaborar en la convivencia como pareja y no actuar como adversarios o como superior y subordinado. También los hadices resaltan el respeto y protección de Mahoma hacia las mujeres “El mejor hombre es el que mejor se comporta con su esposa”

La condición y el rol de las mujeres siempre han estados dictados por la estructura política y religiosa de cada país, y desde la antigüedad parece que la religión no ha estado del lado de la mujer. Sin embargo, no debemos culpar sólo a la religión, sino que en muchas ocasiones, es la tradición la que mantiene a la mujer totalmente sometida al hombre y, esta, no tiene ninguna relación con la religión ya sea musulmana, judía o cristiana. Una tradición, que frecuentemente se acompaña de una interpretación equivocada de la religión.

Una educación desde la igualdad es el punto clave para infundir a nuestros hijos el respeto y la cooperación entre hombres y mujeres y así conseguir el bienestar de la mujer, los niños, la familia y la sociedad en general.